viernes, 29 de junio de 2007

Loosers


Expectativa por la salida del iPhone







Hoy se lanzará en el mercado en EE.UU.; es una conjunción de un celular y el iPod
Viernes 29 de junio de 2007 | Publicado en la Edición impresa Noticias de Información general:
La presentación oficial ya está lista: en los Estados Unidos saldrá a la venta hoy, a las 17 (hora local), el iPhone, el primer teléfono celular de Apple, la compañía detrás del muy exitoso reproductor de audio iPod y las computadoras Mac.

Apple postula al iPhone como la conjunción de tres dispositivos en uno: un teléfono celular, un iPod con video y una tableta para navegar por Internet.

El rasgo más distintivo del equipo es que, a diferencia de la mayoría de los teléfonos celulares convencionales, tiene un solo botón. Para operarlo hay que usar una pantalla sensible al tacto. Al igual que en los cajeros automáticos y las palmtops, el iPhone detecta la presión de un dedo sobre un área de la pantalla y la interpreta como una orden, como sucedería con un botón convencional.

Al deslizar el dedo sobre la superficie de vidrio se puede avanzar en una lista de contactos, los álbumes de música o un e-mail.

La pantalla de 3,5 pulgadas tiene un formato alargado y una resolución de 480 x 320 píxeles. El equipo incluye un conector similar al de los iPod (aunque no todos los accesorios serán compatibles) y una salida estándar de audio para auriculares.

El teléfono incluye una cámara digital de 2 megapíxeles y una antena Wi-Fi, para acceder a Internet en cualquier punto de conexión del tipo hotspot, disponible por lo general en bares, hoteles y cibercafés.

Para visitar páginas web ofrece un navegador que, a diferencia de los que están incluidos en otros teléfonos, puede mostrar sin mayores inconvenientes cualquier página web, siempre que ésta no incluya Java ni Flash.

Dos versiones

El iPhone está disponible en dos versiones, según su capacidad para almacenar música, videos y otros archivos: 4 y 8 gigabytes, con un precio de 499 y 599 dólares, respectivamente, contratando en Estados Unidos un abono por dos años con la compañía AT&T, que tiene un contrato exclusivo. No podrá adquirirse sin abono ni usarse con otro operador.

En 2008 llegará a Europa, aunque todavía no se sabe cuál será la compañía que lo ofrecerá en el mercado. Por cierto, el éxito del iPhone ya está asegurado en los Estados Unidos.

La compañía espera vender 10 millones de teléfonos este año en ese país, donde varios fanáticos están haciendo fila desde el martes último frente a las tiendas de Apple para asegurarse un equipo.

De hecho, la compañía anunció que, para que todos puedan tener su equipo, por el momento no será posible adquirir más de dos iPhone por persona.

Por Ricardo Sametband -La Nación-

lunes, 25 de junio de 2007

Prepotencia

A modo de epílogo sobre la prepotencia, es divertido reproducir la conversación interceptada por radio en la costa de Finisterre (Galicia) en Octubre de 1995.

Españoles: ...(ruido de fondo)... Por favor, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión...

Americanos: ...(ruido de fondo)... Recomendamos que desvíen su rumbo quince grados norte para evitar colisión...

E: Negativo. Repetimos, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión.

A: Al habla el Capitán de un navío de los Estados Unidos. Insistimos, desvíen su rumbo.

E: Volvemos a repetir, les recomendamos que desvíen su rumbo.

A: (gritando) Les habla el capitán del portaviones de la Marina norteamericana USS Lincoln, el segundo más grande de la flota. Nos escoltan tres destructores, tres cruceros y numerosas corbetas de apoyo. Les ordeno que desvíen su curso 15 grados norte. En caso contrario nos veremos obligados a tomar las medidas que sea necesarias para garantizar la seguridad de este buque. Por favor obedezcan inmediatamente.

E: Les hablamos desde un faro. Somos dos personas. No tenemos ni pajolera idea de nuestra posición en el ranking de faros españoles. Nos escoltan un perro, nuestra comida y dos cervezas. Tenemos el apoyo de Cadena Dial de La Coruña y estamos en tierra firme. Pueden tomar las medidas que consideren oportunas y les dé la gana para garantizar la seguridad de su buque, pero, volvemos a insistir, lo mejor es que desvíen su rumbo si no quieren darse de narices contra el faro.
-fuente: Perfil, domingo 24 de junio del 2007-

jueves, 21 de junio de 2007

Boca, el Rey de América -Página 12

CON UNA VICTORIA EN BRASIL SOBRE GREMIO CONQUISTO LA COPA LIBERTADORES DE AMERICA



Boca es rey de América, Román es el príncipe


Dos goles de Riquelme, el primero una verdadera joya, le dieron al equipo de la Ribera su sexta Copa, tras un resultado global de 5-0 sobre los brasileños. El volante, el futbolista más decisivo de todo el torneo, fue elegido el más valioso de la final.

Con dos goles de Juan Román Riquelme –el primero exquisito–, Boca derrotó anoche 2-0 a Gremio y consiguió el objetivo principal que se había fijado para la primera parte de 2007: conquistó, con un resultado global 5-0, por sexta vez en su historia la Copa Libertadores de América y, además, consiguió su pasaje al Mundial de clubes, en el que volverá a encontrarse con el poderoso Milan que conquistó la Champions League.
Ya en la previa, los jugadores de Boca derrochaban entusiasmo y confianza, porque más allá del planteo que les hiciera Gremio, sabían que el negocio era aguantar de la mejor manera el 3-0 obtenido en la Bombonera, tratando de jugar la pelota cerca del arco de Saja. Y Gremio ayudó bastante para que Boca se sintiera cómodo en el estadio Olímpico Monumental de Porto Alegre, que estaba colmado de hinchas, y no sufriera zozobras. Porque el equipo local no supo cómo hacer para mantener la presión que insinuó en el arranque y tampoco encontró caminos claros como para arrimar peligro verdadero al arco de Caranta, más allá de algunos intentos débiles por los costados que terminaban en pelotazos divididos.
Así, Boca se encontró más temprano que tarde jugando un partido que, si bien no podía rematar, le convenía. Algo trabado por las recurrentes faltas del conjunto brasileño, y algo inspirado y fluido de a ratos con algún desborde de Palacio, o de Cardozo, que anoche sí pareció estar a la altura de las circunstancias. Riquelme aparecía con lo justo y Palermo luchaba todas de arriba y las perdía de abajo, pero a Boca le alcanzaba.
La más clara de los de Russo llegó tras un desborde y posterior remate de Palacio que terminó desviándose en Saja; después se perdió uno Palermo, tras un centro de Cardozo. Pero luego de un tiro libre a favor de Boca, Diego Souza fabricó una contra picante, a espaldas de Clemente Rodríguez, y terminó sacando un derechazo espectacular que se estrelló en el travesaño.
En el arranque del complementario, Gremio salió nuevamente decidido a presionar y logró retrasar un poco a Boca. Enseguida, el equipo de Russo se vio sorprendido por un cabezazo del Flaco Schiavi que se estrelló en el palo derecho del arco de Caranta, que después le tapó el remate del rebote a Souza, para confirmar que tenía una buena noche.
Luego de aguantar la embestida del local, Boca volvió a hacer pie en la cancha y poco a poco fue recuperando el terreno perdido, exigiendo a la defensa local. Una vez que Boca volvió a tomar el control del partido, una buena jugada colectiva le permitió a Riquelme llegar con la pelota controlada hasta el borde lateral del área de Saja para sacar un derechazo cruzado, impecable, que no encontró respuesta en el ex arquero de San Lorenzo, que recibió así el primer gol como local en la Copa.
El gol terminó de desdibujar el planteo de Gremio. Boca, tranquilo, no bajó los brazos y fue por más. Y en una jugada de contra, Palacio remató, Riquelme tomó el remate y anotó el segundo. La gran noche de Boca se cerraba con un tontísimo penal de Schiavi sobre Palermo. El goleador falló, pero no importó porque Boca ya festejaba, y era pura alegría.

martes, 19 de junio de 2007

el machete de Lehmann ya es pieza histórica- Perfil, 19junio2007




deportes
COSTÓ UN MILLÓN DE EUROS... Y MUCHAS LÁGRIMAS
El "machete" de Lehmann ya es pieza histórica.

El papel que utilizó como ayuda el arquero de Alemania en los cuartos de final del Mundial fue exhibido en un museo. Están anotados los nombres de los jugadores argentinos y su forma de patear penales.19.06.2007 | 11:31 Riquelme, Crespo y el resto de los posibles pateadores figuran en el papel.
La eliminación de la Selección en los cuartos de final del Mundial 2006 ya es parte de la historia, pero no por simbolizar una nueva frustración del fútbol argentino ni por haber sido el último partido en el ciclo de Néstor Pekerman. El "machete" que utilizó el arquero alemán Jens Lehmann para la definición por penales se convirtió en pieza de museo y fue exhibido hoy por primera vez en la Casa de la Historia de ese país.
El papelito contiene los nombres de los jugadores argentinos y su forma habitual de patear los penales. Le sirvió a Lehmann para adivinar la dirección de los disparos de Roberto Ayala y Esteban Cambiasso, y decidir la suerte de aquel recordado partido de cuartos de final.
El arquero entregó el famoso "machete", que pasó a ser una pieza de museo en Alemania. El documento fue incorporado en la muestra permanente de la Casa de la Historia en la ciudad de Bonn, donde podrá ser observado por turistas y curiosos, informó el diario Olé.
En diciembre pasado, Utz Claassen, presidente del gigante energético alemán EbBW, pagó un millón de euros por la pieza y destinó el dinero para ayuda de chicos carenciados.

viernes, 15 de junio de 2007

Diez postales de Riquelme - Página 12/15junio2007


EL MEJOR JUGADOR DEL MOMENTO
Diez postales de Riquelme
Pasó cuatro meses por Boca, jugó 25 partidos, le queda la segunda final de la Libertadores y regaló estos momentos.


Por Facundo Martínez
1
24 de febrero, las asistencias. Boca perdía contra Independiente por la 3ª del Clausura, estaba un gol abajo y necesitaba a Riquelme para dar vuelta la historia. El enganche recién llegado, y todavía sin ritmo, tuvo un minuto de gloria, entre los 42 y 43 de la primera parte: con dos asistencias suyas y goles de Cardozo y Palacio, Boca dio vuelta el trámite que terminó de cerrar Palermo con un golazo de media cancha para el 3-1.

2
10 de marzo, el duelo. En la quinta fecha del Clausura, le ganó el duelo de figura nada menos que a Juan Sebastián Verón. Si bien no había arrancado bien, fabricó un jugadón que terminó con una habilitación perfecta para que Martín Palermo quedara mano a mano con Andújar y metiera el primero de los tres con los que el goleador pagó su deuda personal tras la frustración del tricampeonato.

3
22 de marzo, las ganas. Boca no la había pasado bien en sus partidos como visitante en la primera fase de la Copa, todos en la altura (en ninguno jugó Riquelme). Luego de una ajustada victoria en cancha de San Lorenzo ante Cienciano, recibía en Vélez al Toluca del Tolo Gallego, que con un hombre más le había pintado la cara en México. Fue un triunfo clave, bajo la lluvia. Riquelme abrió la cuenta tras un centro de Palermo y coronó su actuación con un pase de billar para que Boselli anotara el 3-0.

4
15 de abril, el superclásico. Aunque Boca no pudo ganar en la Bombonera (1-1), porque Carrizo hizo maravillas en el arco, Riquelme otorgó su cuota de magia antes de que concluyera el primer minuto del partido: pase gol para Ledesma y gran festejo gran en una Bombonera colmada. ¡El gol más rápido en la historia del superclásico! Pese a que el encuentro terminó 1-1, Boca fue claramente superior, con un Riquelme totalmente renovado tras su paso por Europa: líder dentro de la cancha, y también, la novedad, guapo para ponerle límites a Leonardo Ponzio, con quien tuvo una agarrada.

5
26 de abril, por presencia. Boca estaba obligado a vencer como local a Bolívar por más de tres goles para asegurarse un lugar en los octavos de final de la Copa y logró su cometido, con creces. Goleada histórica por 7-0 en una Bombonera que se venía abajo. Otro gran partido de Riquelme: asistencia con sutileza a Palacio en el primero de los goles, y un penal en su contra, que Palermo cambió por el segundo.

6
2 de mayo, la manija. Otra gran actuación de Riquelme frente a Vélez por los octavos de la Copa Libertadores. Apoyado en su juego, Boca fue dueño absoluto del partido, incluso antes de la expulsión de Sessa, por salvajismo. El enganche fue el abanderado de la decisión, de la agresividad y el juego, y abrió la cuenta con un derechazo al ángulo que no encontró respuesta en el arquero de Vélez.

7
9 de mayo, olímpico. Boca se confió demasiado de la ventaja lograda en la Bombonera y fue a Liniers... ¡a ver qué pasa! Vélez le dio una lección inolvidable para Boca, porque con un muy buen planteo consiguió adelantarse en el marcador 2-0. Entonces, cuando Boca sentía el agua por el cuello, de un tiro de esquina cerradísimo llegó el descuento de Riquelme (fue del enganche, aunque la pelota se desvió en Bustos). Ese gol salvó a Boca de lo que hubiera sido una eliminación bochornosa.

8
24 de mayo, el definidor. Luego de un sufrido empate en la Bombonera (1-1), donde Boca se encontró con un Libertad agresivo en la marca y muy ordenado, el equipo de Russo fue a Asunción con la difícil misión se conseguir su primera victoria como visitante en la Copa –un empate en cero lo dejaba afuera– y, por supuesto, el pasaje a los cuartos de final. Riquelme soportó estoico la marca pegadiza de Cáceres y, cuando los caminos parecían todos clausurados, giró en la mitad de la cancha, dejó a su estorbo atrás, y se mandó en diagonal hacía la puerta del área y desde ahí sacó un derechazo letal: abajo, inatajable.

9
9 de junio, de chanfle. Boca estaba en el horno después de la derrota 3-1 ante el sorprendente Cúcuta, en Colombia. Pero buscaba su quinta final de Copa Libertadores en siete años y para eso tenía que ganar por más de dos goles y cuidar que no le conviertan. El sueño comenzó a hacerse realidad con un soberbio tiro libre suyo chanfleado. La pelota pasó por afuera de la barrera y se metió en el ángulo del arco de Robinson Zapata. Palermo apareció entre la niebla para anotar de cabeza el segundo y Battaglia, tras un corner a medida de Riquelme, metió el 3-0 de cabeza.

10
13 de junio, genio y figura. El último miércoles, en la primera final frente a Gremio, fue la figura del encuentro. De un centro suyo nació el primero de Boca; después, en jugada de tiro libre, previo toque de Morel Rodríguez, sacó un derechazo tremendo para que Saja fuera a buscar la pelota adentro del arco. Después, con amague y enganche en la puerta del área, sacó otro remate que obligó al ex arquero de San Lorenzo a dar el rebote del que nació el centro que terminó en cabezazo de Ledesma y gol en contra de Patricio para el 3-0 final.

martes, 12 de junio de 2007

Entre gatos y medianoche -Diario Perfil

Cultura
OSVALDO SORIANO (1947-1997)Entre gatos y medianoche por Jorge Lanata.

Uno ya se había forjado una carrera como cronista cuando el otro recién comenzaba en la profesión. Sus destinos se cruzaron cierta tarde de 1984, en que el escritor le ganó de mano al joven periodista una nota exclusiva con Julio Cortázar. En este texto inédito, Lanata rememora aquella anécdota, los consejos de escritura que recibió del autor que admiraba, la mítica fundación de Página/12 donde terminó siendo su jefe, y las devociones y rencores que la figura de Soriano solía despertar en los círculos intelectuales y literarios argentinos.24.01.2007 ¿Ya pasaron diez años? Creo que sí, pasaron diez años. Podría llamar a distintas personas para preguntarles, pero algunos de ellos me traicionaron, otros nunca recuerdan las fechas y, por otro lado, escribo estas líneas a la una y veinticinco de la mañana y a esta hora no suenan los teléfonos de los hogares respetables. De modo que de mí depende, y sinceramente no recuerdo cuándo conocí a Osvaldo Soriano.

Aunque, ahora que lo pienso, es probable que lo haya conocido durante una de las peores tardes de mi vida: en diciembre del ‘83, cuando Julio Cortázar hizo su último viaje a Buenos Aires. El entonces presidente Alfonsín armaba su gabinete en el Hotel Panamericano y yo era –a mi pesar– un demasiado esporádico colaborador del suplemento de Cultura de Clarín. Pero aquella tarde el azar jugó a mi favor: era una de las dos o tres personas en toda la ciudad que sabían sobre su presencia en Buenos Aires y, como si fuera poco, tenía un as bajo la manga: la dirección de su madre en Villa Urquiza. Me armé del valor que requería la escena y por primera vez, como colaborador más que ignoto, llamé al diario para pedir un auto. Antes de que pasara media hora aterrizó un Renault 12 con Motorola, chofer y fotógrafo. Cuando llegamos al lugar, un portero barría con dedicación las mismas baldosas por cuarta o quinta vez.

—Sí, Cortázar está parando acá, pero salió –dijo.
Esperamos más de una hora hasta que el tipo más alto del mundo, el de los ojos separados como los de un novillo, dio un pequeño salto de la calle a la vereda y se topó con nuestra guardia en la puerta. Cortázar ya había aceptado la entrevista cuando comenzó a vibrar, latosa, la radio del auto. El chofer me miró como un condenado a muerte:
—Che, nos dicen que nos volvamos...
Cortázar cruzó la puerta y le pedí cinco minutos para alcanzarlo arriba. Había un error, eso era todo.
—¿Quién dice que nos volvamos?
—No sé, del diario.
Tomé el micrófono del equipo y empecé a pulsar el botón de llamada:
—Eh, viejo, ¿qué pasa?
Expliqué que esa nota era exclusiva, y que Cortázar nos esperaba arriba, pero la radio no se conmovió. Intenté, por último, un patético argumento de autoridad:
—Tengo orden de Fernando Alonso, jefe del suplemento de Cultura, de hacer la nota.
—Y yo tengo orden del secretario general del diario para que se vuelvan –dijo la lata.
El chofer cerró la puerta mientras el fotógrafo acomodaba sus equipos en el asiento de atrás.
—¿Volvés? –me preguntó.
—Ni en pedo. Hago la nota.

Arriba Julio Cortázar, de setenta años, guayabera, mate y Gitanes, preguntó dulcemente hacia la puerta de la cocina:
—Mamita, el señor viene a hacerme una nota, ¿puedo hacerlo pasar?
—Sí, Julio, cómo no –respondió su madre, de noventa y tantos.

Aquella nota fue emitida por Radio Nacional y publicada por América en Letras, una ignota revista literaria en la que conocí y leí por primera vez a Fernando Noy. En la misma semana, Clarín publicó su reportaje en una doble página central.

—Vos no la hiciste porque el Gordo Soriano ya había arreglado la nota más arriba.
—¿Soriano? ¿Y quién es ese hijo de mil putas de Soriano?
Yo sabía de memoria quién era Soriano: era el tipo que me había contado, en Artistas, locos y criminales, la historia del diario La Opinión; el autor de un par de grandes novelas para mí desconocidas en aquel entonces, y el cronista que mejor había narrado la carrera con la muerte del enrulado Robledo Puch. Ese era Soriano.

Trabajamos, cenamos, fumamos y tomamos cincuenta o sesenta veces hasta que me animé a contarle esta historia. Yo seguía siendo su lector, pero, puesto a crear cargos idiotas, el destino me había convertido en su “jefe”, como director de Página/12, y a él, en mi asesor editorial.

—Con Cortázar, Osvaldo, ¿te das cuenta? Yo me moría por hacer esa nota.
El Gordo sonrió algo avergonzado, masticó su cigarro apagado y dijo alguna trivialidad como:
—Ah, sí... mirá, vos.
No se acordaba.

En 1987, yo era un chico de veintiséis años que despertó en un sueño; rodeado de casi todos los autores que leí con pasión en mi adolescencia: Juan Gelman, Eduardo Galeano, Miguel Bonasso, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano. Muchas veces temí despertarme de aquel sueño en medio de una pila de gacetillas por terminar. Pero no sucedió.

—Nos va a ir bien. Nos va a ir muy bien, mirá... michi, michu... Mirá, mirá...
Un gato blanco y gris bajó de golpe una persiana para remolonear en los tobillos de Soriano.
—¿Ves? Los gatos están con nosotros... Es buena suerte.

Era una medianoche de mediados de mayo de 1987, y caminábamos solos, por Sarmiento, hacia Claudio, un restaurante vecino al Teatro San Martín. Estábamos cansados y ansiosos. Cada uno de nosotros tenía un par de números cero de Página/12.

—Son una mierda, nunca vamos a hacer un diario.
—Vamos a comer, y paremos un poco.
—Están los carteles en la calle.

El número uno fue un poco menos espantoso, y el cincuenta algo correcto; y quizá pudimos, en aquellos ocho años que lo dirigí, hacer cinco o seis ediciones realmente buenas. El Gordo tenía razón: los gatos iban a darnos suerte.

Soriano vivía de noche, en su casa de La Boca, y en aquellos primeros años de Página/12 tuve la suerte de pasarle algunos borradores y de escuchar los mejores consejos para cualquiera, escriba relatos o la lista de almacén:
—Conviene usar los verbos en pasado. Hace que la acción sea más cierta, más contundente.
—No uses gerundios.
—Guarda con las metáforas. ¿Cuántas veces escribe Chandler “tal cosa es como... tal otra”? (Lo busqué: una o dos veces en cada novela, por eso sus metáforas son tan efectivas.)

También me contagió su amor por Scott Fitzgerald, su interés por las figuras de Moreno y Belgrano, sus historias de Timerman (Jacobo sólo saludaba a los de determinado sueldo para arriba, contaba Osvaldo, que sufrió en La Opinión la marca hombre a hombre de un escribano puesto allí por Timerman para “vigilar” su trabajo y poder despedirlo con causa. Soriano miraba la Olivetti y el escribano le preguntaba:
—¿Qué está haciendo?
—Estoy pensando una nota.

También gracias a Soriano conocí la historia de Le Canard Enchainé, el semanario anarquista francés en el que los redactores que reciben un premio –voluntaria o involuntariamente– son despedidos de inmediato.

Soriano fue “popular”, lo que le valió el desprecio de mínimos y masturbatorios círculos académicos, y una constante pelea contra la pequeñez. Uno de los cinco autores de ficción más vendidos en Italia era puesto una y otra vez a prueba en los miserables círculos de la crítica argentina, incapaces de reconocer a un escritor aunque les respire en la cara. Ganó demasiado tarde, y por puntos, contra el cigarrillo y no dejó nunca de mascar unos cigarros gruesos y espantosos, que terminaban deshilachados en el cenicero.

—Volví a fumar.
—¿Por?
—Anteayer casi le doy una piña al dentista. Y hoy, cuando salía, le pegué una patada a un chico por la calle.

La última vez que nos encontramos, otro gato metió la cola. Fue en el bar de un hotel en Rosario, cuando cubrimos para la televisión aquella historia del gato almorzado en medio del rumor creciente de los saqueos. Teníamos mucha gente alrededor, y eran las cuatro de la tarde, y el Gordo acababa de despertarse, y hablamos ambos a la vez, alegres del encuentro, dándonos abrazos.

Después murió. Murió Soriano. Veinte años pasaron de aquella primera vez. Diez de su muerte, ahora, cuando mi memoria puede recordarlo sin que el corazón interfiera. Tengo tres gatos que no conoció y una hija menor que se lo perdió al Gordo, y me pregunto si Manuel, el hijo que Osvaldo tuvo con Catherine, seguirá teniendo esa mirada de lama que todo lo observa y aprende. Lo llamó Manuel por Belgrano, claro; es un nombre que tiene que ver con la libertad.

Veinte años. El tiempo se va volando, como las mañanas, y ahí está el Gordo pegándole una trompada al dentista, mascando esa porquería de tabaco, dándole el plato de leche al gato al llegar a casa, como Marlowe, y estremeciéndose con el aullido de los coyotes en la noche, que sigue siendo tierna.